Kiev y Moscú, en plena tormenta diplomática. Un poco más. El detonante, esta vez, es un insulto del ministro de Exteriores ucraniano al presidente ruso. Andriy Deshchytsia acabó calificando de “gilipollas” a Vladimir Putin al término de una violenta protesta frente a la embajada rusa.
El titular de Exteriores asegura que trató de persuadir a los manifestantes de que no utilizaran la violencia en la manifestación, pero al hablar con las personas allí reunidas se refirió al jefe del Kremlin con ese calificativo.
Las reacciones rusas han sido numerosas. Entre ellas la de Sergei Lavrov, que exige el cese de su homólogo ucraniano:
“ Me sorprendió mucho que el ministro en funciones, Andriy Deshchytsia, designado por la Rada Suprema, llegara a esa protesta- bien para reprender a aquella turba violenta o bien para unirse a esa orgía- y se tome la libertad de hacer este tipo de comentarios. Ahora lo que no sé muy bien cómo piensa hablar o trabajar con nosotros”
Durante la noche del sábado al domingo, varios cientos de personas se congregaron ante la embajada rusa en Kiev, arrancaron la bandera y lanzaron huevos y piedras. Estaban furiosos por la muerte pocas horas antes de 49 soldados ucranianos en el derribo del avión en el que viajaban. Grupos separatistas se han atribuido el lanzamiento del misil que alcanzó al aparato cuando trataba de aterrizar en Lugansk. Es el mayor golpe militar a Kiev desde el inicio de la crisis en el este del país.