En los humanos, las regiones cerebrales asociadas a las emociones y conductas sociales, la amígdala, el hipotálamo, la corteza subgenual y el bulbo olfatorio, están densamente bordeadas de receptores de oxitocina. Pero el efecto de la oxitocina se registra en todo el cuerpo, especialmente cuando la hormona se fija a los receptores del corazón y del nervio vago, el cual inverva el corazón y el intestino, reduciendo la ansiedad y la presión sanguínea y coloreando las mejillas con ese rubor que asociamos al sexo. Cuando un estímulo social positivo favorece la liberación de oxitocina, ésta provoca la liberación de otros dos neurotransmisores de bienestar: la dopamina y la serotonina. La serotonina reduce la ansiedad y tiene un efecto positivo sobre el humor. La dopamina está asociada a las conductas dirigidas a objetivos, el dinamismo y el aprendizaje por refuerzo. Motiva a los seres vivos a buscar cosas que sean gratificantes y hace que resulte placentero seguir haciéndolas.