A Jesús Villalpando 
 
 
Mi madrina invitaba a mi prima Agueda 
A que pasara el día con nosotros, 
Y mi prima llegaba 
Con un contradictorio 
Prestigio de almidón y de temible 
Luto ceremonioso. 
 
 
Agueda aparecía, resonante 
De almidón, y sus ojos 
Verdes y sus mejillas rubicundas 
Me protegían contra el pavoroso 
Luto… 
 
Yo era rapaz 
Y conocía la o por lo redondo, 
Y Agueda que tejía 
Mansa y perseverante en el sonoro 
Corredor, me causaba 
Calosfríos ignotos… 
(Creo que hasta le debo la costumbre 
heroicamente insana de hablar solo.) 
 
A la hora de comer, en la penumbra 
Quieta del refectorio, 
Me iba embelesando un quebradizo 
Sonar intermitente de vajilla 
Y el timbre caricioso 
De la voz de mi prima. 
Agueda era 
(luto, pupilas verdes y mejillas 
rubicundas) un cesto policromo 
de manzanas y uvas 
en el ébano de un armario añoso.
Ramon Lopez Velarde
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