El quÃmico suizo Albert Hofmann sintetizó por vez primera la sustancia en 1938 y en 1943 descubrió sus efectos por accidente durante la recristalización de una muestra de tartrato de LSD. El número 25 (LSD-25) alude al orden que el cientÃfico iba dando a los compuestos que sintetizaba.
Los laboratorios Sandoz presentaron la LSD como una droga apta para diversos usos psiquiátricos. Muchos psiquiatras y psicoanalistas de los años 50 y 60 vieron en ella un agente terapéutico muy prometedor.[1] Sin embargo, el uso extra-medicinal del fármaco ocasionó una tormenta polÃtica que llevó a la prohibición de la sustancia, ilegalizando todos sus usos, tanto medicinales como recreativos y espirituales.
Se trata de un compuesto cristalino, relacionado estrechamente con los alcaloides del cornezuelo del centeno, a partir de los cuales puede prepararse semisintéticamente.
La LSD es sensible al oxÃgeno, la luz ultravioleta y la clorina, especialmente diluida, aunque puede conservar su potencia durante años si almacena lejos de la luz y la humedad, a temperaturas bajas. En su forma pura, es incolora, inodora y levemente amarga. La LSD suele administrarse por vÃa oral, generalmente en algún tipo de substrato, como un papel secante, un terrón de azúcar o gelatina. En forma lÃquida, puede administrarse mediante una inyección intramuscular o intravenosa.
La LSD es una de las drogas de uso común más potentes, ya que es activa en dosis extremadamente bajas. Las dosis de LSD se miden en microgramos (µg), o millonésimas de gramo, mientras que las dosis de casi todos los fármacos se miden en miligramos, o milésimas de gramo. La dosis mÃnima de LSD capaz de causar un efecto psicoactivo en humanos está entre los 20 y 30 µg (microgramos).