La película puede ser definida como una screwball neurótica que gira en torno a los peores impulsos y sentimientos que pueden aflorar en las relaciones de pareja. Mentiras, celos, venganza y desprecio articulan una trama de amores cruzados entre el presente y el pasado, donde, sin embargo, termina primando cierta ternura. Juan y Laura se cruzan con Marcos y Flor, casi ni hablan y la escena es incómoda. Luego, Juan le cuenta a Laura que hace unos años Marcos se acostó con Ana, su ex, poco después de que ellos se separaran. La revelación hace que afloren las inseguridades de Laura y discuten. A partir de ahí ella volverá a hablar con su propio ex, Juan intentará hacerse amigo de Flor sin contarle a Laura, al mismo tiempo que se le aparece a Ana para reprocharle su historia con Marcos. Cruces que terminarán dejarando secuelas.
En Las reglas del juego Szulanski vuelve a mostrar sus obsesiones y fetiches. Entre las primeras se destaca su interés por los vínculos frágiles, esos que todavía necesitan de una buena crisis para terminar de cuajar y consolidarse, o romperse de forma definitiva. Entre los segundos, su predilección por los personajes femeninos sensibles, extravagantes y algo cándidos, pero seguros de sí mismos y con una gran capacidad para mostrar sus sentimientos a través de sus propias canciones. Con una estética cercana a lo artesanal y capaz de crear situaciones de alto octanaje emocional, Szulanski se confirma como un director con reconocible voz propia.