Canción emblemática de Roberto Roena, lanzada en los años 90 como una respuesta directa a las críticas que enfrentó durante esa época. Algunos pensaban que su carrera musical había llegado a su fin, pero esta canción fue su manera de demostrar que seguía vigente y lleno de energía.
La letra, escrita por Johnny Ortiz, refleja la resiliencia y el espíritu combativo de Roena, quien reafirma su lugar en la historia de la salsa. El tema combina ritmos vibrantes con una interpretación apasionada, características distintivas de su orquesta, el Apollo Sound.