Canción emblemática de Roberto Roena, una figura icónica de la salsa y el bongó. Fue lanzada en 1978 como parte del álbum El Progreso y es considerada uno de los éxitos más destacados de su carrera. La canción, compuesta por Catalino Curet Alonso, utiliza el ritmo del guaguancó, de raíces afrocubanas, para expresar emociones profundas relacionadas con el desamor, la resiliencia y el autoconocimiento.
La letra aborda temas como la fortaleza emocional frente a la adversidad y la aceptación de la separación, marcando el final de una relación y el inicio de un nuevo capítulo personal. Musicalmente, la obra de Roena se caracteriza por su fusión de ritmos afrocaribeños con elementos de jazz, lo que le dio un sonido progresivo y sofisticado.
