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Alfonso Rojo: “Amo a mi país y me avergüenza mi Gobierno”

2025-05-19 818 Dailymotion

Sigue histérica, impulsada por el analfabeto Patxi López y la recua de periodistas palmeros que le hacen la ola en el Congreso de los Diputados, la maniobra para expulsar a Bertrand Ndongo y cerrar la boca a uno de los escasos reporteros que

dignifican esa sala de prensa.

Y me da la impresión de que la gente no se entera muy bien de lo que está en juego.

Incluido alguno, como nuestro amigo Antonio Naranjo, que este pasado fin de semana criticaba la tropelía, argumentando que la censura sólo se aplica a los que no van de progres y que los mismos que aplaudían embobados a un follonero como Évole cuando hostigaba a dirigentes del PP, abominan del ‘activista’ Ndongo, porque pone en un brete a los políticos de la cáscara amarga.

Error de concepto. Bertrand Ndongo no es un ‘activista’, sino un periodista de los pies a la cabeza.

Un reportero consciente de que la ciudadanía tiene derecho a ser informaba, a saber, a enterarse de lo que hacen, de lo que opinan, de lo pactan y -sobre todo- de en qué se gastan el dinero de nuestros impuestos los paisanos que votamos en las urnas y que en teoría nos representan.

Choca ver en la cacería, al lado de los profesionales de la manipulación de Cadena SER, El País, LaSexta y resto de ‘Brunete Pedrete’, a los corresponsales parlamentarios de ABC, La Razón, El Mundo, El Debate y otros medios supuestamente de centroderecha.

Se lo explico en un pis pas.

Puede que esa caterva de paniaguados aborrezca a Ndongo porque es negro. No descarto que influya también su condición de inmigrante. Y pesa sin duda que se declare cristiano y tenga cuatro hijos españoles. Casi tanto como que sea culto, políglota, heterosexual y además alto, fuerte y bien parecido.

Pero por encima de todo, la clave, la razón del odio sarraceno que le profesa la jauría, es que se atreve a preguntar a los poderosos lo que ellos nunca osarían plantear, por temor a que les dejen de sobar el lomo o les excluyan del círculo de los privilegiados.

Y Bertrand Ndongo, por mucho que cacaree la bandada de gallinaceos, seguirá preguntando, sin insultar o amenazar a nadie, porque nunca lo ha hecho.

Como dice un cartel que arrasa en redes sociales: “Amo a mi país y me avergüenza mi Gobierno”.